Julio César es considerado como el primer Emperador Romano, mientras que Sila
y Mario, cuyos derechos eran realmente los mismos, son tratados como tiranos y
usurpadores. El tiempo y la costumbre otorgan autoridad a todas las formas de
gobierno y a todas las sucesiones de príncipes, y ese poder, que al principio se
fundaba sólo en la injusticia y la violencia, viene a transformarse con el
tiempo en legal y obligatorio.
Por tanto, las ventajas de la paz, el comercio y el socorro mutuo nos hacen
extender a los distintos gobiernos las mismas nociones de justicia que rigen
entre los individuos.[5]
La bondad de un fin puede conferir mérito sólo a los medios que conducen
realmente al fin.
Un suelo fértil y un buen clima nos deleitan por la reflexión sobre la
felicidad que proporcionarán a sus habitantes, aun cuando al presente la región
esté desierta e inhabitada.
Esto ocurriría en Argentina si faltara una política económica. La
autosatisfacción y la vanidad son tolerables. Sin embargo, la buena educación y
la decencia exigen ciertamente que evitemos toda manifestación de esa
pasión.
Una diferencia entre Hume y la Iglesia: En el estudio de la moral, la Iglesia
incluye las llamadas "virtudes monacales", es decir, el celibato, ayuno,
penitencia, mortificación, abnegación, humildad, silencio y soledad.
Ira y Odio son pasiones del hombre. Su falta puede ser, hasta una prueba de
debilidad.
¡El buen sentido y el talento engendran estima; el ingenio y el humor
suscitan amor!
También descubrimos que casi todas las virtudes tienen esas tendencias
particulares y además bastan para provocar un fuerte sentimiento de aprobación.
Sus cualidades son aprobadas por el beneficio que resulta de ellas.
Una de las fuentes de afecto que despiertan, es la autoridad que otorgan a
quienes las posee. El orgullo y la humildad, el amor y el odio, son provocados
por cualquier ventaja o no del cuerpo o la fortuna. Esas ventajas o no tienen el
efecto de producir dolor o placer.
La simpatía es un don muy poderoso del hombre, así como tiene una gran
influencia la belleza y si emitimos juicios morales o no.
Si no cabe objeción, la simpatía es la gran fuente de las distinciones
morales. La felicidad de los extraños sólo nos afecta por simpatía.
La mayoría de las invenciones de los hombres están sujetas a cambios. La
justicia no es un invento, ni debe colocarse en la misma categoría. El interés
en que se funda la justicia es el mayor imaginable.
Sus reglas deben ser constantes e inmutables como la naturaleza humana.
Hay gente que piensa que las personas pueden estar, "mal diseñadas". Esto me
horroriza. No debemos "diseñar" nuestra descendencia, salvo cuando es necesario,
para su beneficio y el de quienes dependen.
Esta salvedad beneficia los casos en que la paternidad puede elegir y
transmitir caracteres previa aprobación profesional calificada.
Como el artista de éxito al producir su obra averigua las causas de lo que
ve, los que se ocupan de lo humano, para ser justos en sus planteos, también
deben determinar las posibles causas y efectos de lo que ven.
Cuando algo se repite algún sentido tiene. Averiguarlo puede ser útil y si no
se puede, no está de más también saberlo.
¿Si el alma sola va al cielo, para qué cuidar el cuerpo? Pensemos en que
mientras seamos seres humanos con vida no debemos descuidar el cuerpo. Sería
contrario a nuestra condición de miembro de una familia y/o sociedad, con
derechos y obligaciones indelegables.
Cuando estamos pensando seriamente sobre cualquier aspecto o encrucijada de
nuestra vida, estamos, en verdad, dialogando con nosotros mismos.
"¡Ese diálogo, es cruel!", dice un vecino respetado y respetable.
Aparentemente a ese vecino no le gusta dialogar consigo mismo. Voy a tratar de
vencer esta actitud. En primer lugar como seres humanos nuestro tiempo es el que
vivimos al momento y lo que dé él recordamos. Pero lo normal es que al convivir,
intercambiemos ideas, puntos de vista y actitudes con personas a quienes les
ocurre lo mismo que a nosotros. En esto también el diálogo, especialmente si es
enriquecedor, no tiene substituto. Favorece a quienes participan.
La razón para hacer lo justo es la validez de los principios que nos
comprometen.[6]
La auténtica felicidad y la confianza en nosotros mismos son el resultado de
nuestra actuación exitosa, producto generalmente del diálogo que tanto bien nos
hace como interlocutores.
José M. Asensio sostiene que en sociedades como la nuestra se hacen continuas
referencias a la necesidad de dialogar para preservar la convivencia y afrontar
los problemas que la misma genera. No obstante, y aún en democracia, nuestras
vidas se construyen muchas veces de espaldas al diálogo. Reclamamos el diálogo,
a veces sin advertir que no participamos del espíritu que lo anima. Cuando es
así, nuestras conversaciones pueden convertirse en estériles.
Generar espacios de diálogo es una necesidad fundamental. La mayor parte de
los conflictos y decepciones de los hombres resultan de la abulia que genera la
incapacidad para dialogar.
Las actividades de los talentos, sutiles, y refinados, son valoradas
utilizando el diálogo. Cuanto más considere una persona que su proyecto merece
la pena de realizarse, más probable es que celebre sus logros por medio del
diálogo.
Teniendo en cuenta estas observaciones, con el diálogo parecería que están
dadas las condiciones para que los proyectos comunes sean racionales y
complementarios.[7]
[1] David Hume. Tratado de la
naturaleza humana. Pág. 42.
[2] David Hume. Tratado de la
naturaleza humana. Pág. 60/7.
[3] David Hume. Tratado de la
naturaleza humana. Pág. 71/9.
[4] David Hume. Tratado de la
naturaleza humana. Pág. 106.
[5] David Hume. Tratado de la
naturaleza humana. Pág. 120/41.
[6] Jünger Habermas. Conciencia
moral y acción comunicativa. Pág. 130.
[7] John Rawls. Teoría de la
justicia. Pág. 487.