Elpidio
González
El defecto y la virtud de Elpidio González se
asentaron en su característica más saliente: la lealtad. Por supuesto que esta
aseveración deberá ser analizada en dos planos distintos de su actuación
pública. Pareciera que no es procedente considerar a la lealtad como un defecto,
pero si lo analizamos en el aspecto ideológico creemos que exageró su lealtad a
Yrigoyen convirtiéndola en obediencia indiscutida, y en política, la libertad
individual de pensamiento hace a la esencia misma del ejercicio de la
militancia. Pero, en el comportamiento humano, la lealtad es un valor moral que
sólo los seres dotados de grandeza pueden exhibir. Es probable que Don Elpidio
haya priorizado esta condición humana a los valores institucionales y de
militancia política.
¡Guay! de aquel político que se apartare del
tronco partidario que lo vio nacer o no siguiese la tradición familiar en la
militancia política u osare pensar distinto a los de sus orígenes. Y ni hablar
del simple militante. El mote de traidor era el calificativo más benigno que
usaban los radicales.
Por lo visto la lealtad, valor muy respetable en
la política argentina, no era la única virtud fundamental de la esencia humana
de Elpidio González, porque la honradez, valor no muy respetable en la
consideración de los líderes políticos, fue un baluarte moral de su
personalidad, por lo cual se
sintieron tan identificados, uno
con otro: con don Hipólito.