|
|
Páginas
1
(2)
|
|
Ladra un perro a lo lejos y cerca, muy cerca se oye la algarabía de voces y risas de los niños que van a la escuela Levanto la persiana de la ventana y el sol entra a raudales; es una mañana de cielo azul y suave brisa que pone en movimiento el llamador de ángeles que cuelga del árbol. Tiene un sonido suave, parece una cajita de música, me agrada y predispone bien. Salgo al patio no sin antes prender la radio y la cocina para preparar el desayuno. Quiero beber de una mirada todo el color. El rojo vivo de las rosas de abril, el blanco inocente del jazmín, el verde claro de los helechos que contrasta con el verde oscuro de la enamorada del muro que impúdicamente se abraza a la pared. El palo borracho deja caer sus flores y con la seda húmeda de sus pétalos teje una mullida alfombra. Me siento feliz, embriagada de aromas, de música y color. Momentos así debieran quedar plasmados en el alma como si fueran una fotografía para revivirlos cuando se los necesite. La cafetera también tiene su propia resonancia, pero no entiende nada de romanticismo brutalmente me saca de ese estado de ensoñación. Vuelvo al trajinar del día; al plumero, la escoba, las ollas o la costura. Con el nuevo día comienzo a vivir mi tarea cotidiana. |
|
Páginas
1
(2)
|
|
Consiga Una mañana cualquiera de María Luisa Monteserín en esta página.
|
|
|
 |
|