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EDGAR MORIN, UN
EXCÉNTRICO IMPRESIONISTA
Como la mayoría de los franceses, Morin no deja de ser un
excéntrico de la lengua y el habla, como diría Ferdinand de Saussure. Su
pensamiento complejo está formado por dualidades hipersensibles al hombre,
escribe pero no escribe. Habla pero no habla. Cree en dios pero no es cristiano.
Cuestiona pero también asevera. ¿En qué dios cree el que no cree? Parafraseando
a Umberto Eco. ¿ De qué cosmos nos habla? La escritura dice que Dios está más
allá del sol. Job comenta que el universo está anunciando la obra de sus manos,
y utiliza una metáfora. También dice que la tierra se sostiene en medio de la
nada, desde hace más de 2000 años. Los premios nobeles de física hablan de un
dios creador, porque no han podido comprobar su inexistencia. Y todo eso sucede
al interior de un Diplomado de sólo Morin, para tratar de desemarañar la
condición humana. Es un Diplomado ajustado a los criterios de verdad de sus
organizadores, y como dicen: ya no hay una verdad absoluta, entonces esta es
sólo su verdad. ¡Muy interesante por cierto! Uno de los asistentes al Diplomado
un día se acostó a dormir, y se levantó transformado en un escarabajo, y no
precisamente por creer en Dios; sino porque la sociedad en la cual vivía estaba
llena de egoísmo, vanagloria y miseria humana. Mi tesis se opone a la de Morin,
porque el quiere estar en la incertidumbre, pero sin correr el riesgo de lo
porvenir. No quiere apostarle al amor verdadero, porque tal vez lo persuadan a
ser cristiano como a cierto rey Agripa. Quiere el planeta en armonía, pero le
tiene miedo a la muerte. Dice no al compromiso espiritual. Ya se le olvidó el
libro escrito por él, donde habla de lo espiritual.
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Consiga Siete por siete entre siete: siete de Leobardo Cornejo Murga en esta página.
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