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En cuanto a la cabeza, conviene que quede descubierta: es la
mejor manera de presentar a los escorpiones una imagen valiente y optimista de
nosotros mismos, y además los escorpiones no acostumbran, normalmente, arrojarse
desde el cielo raso sobre el rostro humano, aunque a veces sí lo hacen. (Así, al
menos, le ocurrió a mi difunta vecina, madre de cuatro encantadores chiquillos,
ahora huérfanos. Para peor de males, estos hechos fortuitos engendran teorías
erróneas, que sólo sirven para hacer más ardua y dificultosa la lucha contra los
escorpiones. En efecto, el viudo, sin base científica adecuada, afirma que los
seis escorpiones se sintieron atraídos por el color intensamente azul de los
ojos de la occisa y aduce, como débil prueba de aserción tan temeraria, el
hecho, del todo casual, de que los aguijonazos se repartieron, tres a tres, en
cada una de las azules pupilas.
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La Corrección de los Corderos, y otros cuentos improbables
de Fernando Sorrentino
ediciones Abismo
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