Para defenderse de los
escorpiones
La gente se muestra sorprendida, temerosa y hasta indignada
ante la considerable proliferación de escorpiones que se ha cernido sobre Buenos
Aires, ciudad que hasta fecha bastante reciente desconocía tal género de
arácnidos.
Personas sin imaginación recurren a un método demasiado
tradicional para defenderse de los escorpiones: el empleo de venenos. Personas
menos rutinarias llenan sus casas de culebras, ranas, sapos y lagartijas, con la
esperanza de que devoren a los escorpiones. Unas y otras fracasan
lamentablemente: los escorpiones se rehúsan con firmeza a ingerir venenos, y los
reptiles y batracios, a ingerir escorpiones. Unas y otras, en su ineptitud y
precipitación, sólo logran una cosa: exacerbar -más aún, si cabe- el odio que
hacia la humanidad entera profesan los escorpiones.