«Pero no ha sido mi Edward, él no ha dado veinte
dólares a un desconocido. Es una lástima, por otra parte. Ahora lo
entiendo .....
Y, estremeciéndose, concluyó sus reflexiones:
..Pero es el dinero del jugador.. -¡Las ganancias del pecado! No
podríamos cogerlo. No podríamos tocarlo. No me gusta estar cerca
de él; parece que me mancha. La señora Richards se sentó en
un sillón más alejarlo...
Ojalá viniese Edward y se lo llevara al banco. En
cualquier momento podría venir un ladrón. Es horrible estar
aquí a solas con el dinero.»A las once llegó el señor
Richards y, mientras su esposa le decía: «-¡Cuánto me
alegro de que hayas ve i nido! , él manifestaba: Estoy cansado,
cansadísimo. Es terrible ser pobre y tener que hacer estos viajes tan
pesados a mi edad. Siempre en el molino, en el molino, en el molino .... por
cuatro centavos..., esclavo de otro hombre, que está sentado tranquila
_mente en su casa, en pantuflas, rico y cómodo..
-Lo siento mucho, Edward... Lo sabes muy bien. Pero
consuélate. Tenemos nuestro sueldo, nuestra buena reputación.
-Sí, Mary. Y eso es lo fundamental. No hagas ',caso de
mis palabras: sólo ha sido un momento de irritación, y no
significa nada. Dame un beso...
-Eso es. Se me ha pasado ya y no me quejo.