-No. A pensar.
-Sí. A pensar.
A estas alturas los Cox habían terminado ya su
discusión y se habían reconciliado y se estaban dedicando a... a
pensar, a pensar y a agitarse y a desasosegarse y a cavilar inquietos sobre la
indicación que podía haberle hecho Goodson al necesitado
forastero, esa indicación de oro, la indicación que valía
cuarenta mil dólares efectivos.
La razón de que la oficina telegráfica del pueblo
permaneciese abierta más tarde que de costumbre era que cl encargado de
la imprenta en que se hacía el periódico de Cox era el
representante local de la "Associated Press". Podría decirse
que era su corresponsal honorario, ya que no lograba ni cuatro veces al
año enviar treinta palabras aceptables. Pero esta vez las cosas fueron
distintas. Su despacho comunicando el coso obtuvo una respuesta inmediata:
«MANDE TODO... CON TODO DETALLE... MIL DOSCIENTAS
PALABRAS»
-¡Una orden colosal! El encargado le dio cumplimiento y
fue el hombre mas orgulloso del Estado. A la mañana siguiente, a la hora
del desayuno, el nombre de Hadleyhurg, la incorruptible, estaba en labios de
toda la gente de los Estados Unidos, desde Montreal hasta el Golfo de
México, desde los ventisqueros de Alaska hasta los bosquecillos de
naranjos de Florida: millones y millones de personas discutían el caso
del forastero y su talego de oro y se preguntaban si aparecería el hombre
buscado y confiaban en conocer pronto..., inmediatamente, nuevas noticias sobre
el particular.