Siguió un largo silencio; ambos estaban sumidos
-¡en sus pensamientos. Finalmente la esposa levantóla vista y
dijo:
-Sé en qué estás pensando, Edward.
Richards tenía un aire turbado de hombre atrapado.
-Me avergüenza confesarlo, Mary, pero ¿qué
más da, Edward. Yo estaba pensando en lo mismo.
-Estoy seguro. Dime.
Estabas pensando en qué bueno sería si alguien
pudiese adivinar cuál, fue la indicación que le hizo Goodson al
desconocido.
-Pues es verdad. Me siento culpable y avergonzado. -¿Y
tú?
-Se me ha pasado ya. Preparémonos un jergón
aquí; tenemos que montar la guardia hasta que se abra por la
mañana el banco pira poder entregar el talego... -¡Oh, querido,
querido! -Si no hubiésemos cometido ese error!
Prepararon el jergón y Mary dijo:
-¿Cuál podrá ser el «sésamo,
ábrete..? Me pregunto cuál podrá ser la
indicación... Pero, ahora, vamos acostarnos.
-¿Y a dormir?