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"Mi señora... este es el lugar... por aquí penetraremos, con apoyo Francés y con nuestra infantería... con unos pocos días de ablandamiento por parte de la artillería, lograremos doblegar la resistencia Alemana... que no poseen tantas fuerzas en la zona... ellos están empeñados en Verdun... si usted lo ordena, mi señora... será una bella jugada de ajedrez... los alemanes si quieren resguardar el Marne, deberán retirar sus tropas de Verdun y por tanto los franceses, por supuesto, bajo nuestra dirección podrán penetrar y estaremos de cualquier modo ya sea por Verdun o por el Marne, esta primavera en Berlín... y le prometo la cabeza del Kaiser en una pica, mi señora"....

La reina se levanto, sin apartar la mirada del general, le dijo simplemente "proceda".

Acompañada del príncipe consorte y de su sequito se retiro con rapidez y en silencio del enorme salón del Almirantazgo.

El general y los altos oficiales hicieron las reverencias de rigor.

Haig llamo a su asistente y sin mirar al resto le dijo con voz de mando "proceda a la brevedad, en seis días estaremos en Berlín".

Dejo el puntero, saludo militarmente a los presentes, que le retribuyeron el saludo, sonando sus tacos y se retiro también el de la enorme sala, que se mantuvo en silencio...

Traspasó la puerta de salida, la guardia se cuadro, volvió a saludar, un sargento de la caballería escocesa le acerco un brioso corcel negro, que lanzaba espuma por la boca... seguro que el dolor que le producía el fierro que atravesaba su boca, para afirmar el freno de las riendas lo lastimaba, pero... pero... que le importaba un caballo a un general ingles, que en solo seis días desfilaría su gloria por Berlín.

 
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Suerte, muchachos, nada más que pura y simplemente suerte de Vicente Lorenzo Di Lernia   Suerte, muchachos, nada más que pura y simplemente suerte
de Vicente Lorenzo Di Lernia

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