Es bien cierto que la garantía en el puesto de trabajo puede
reducir el nivel de implicación en un proyecto de forma distinta a como lo puede
hacer la inestabilidad en el empleo en la empresa privada. También se puede
creer que la rigidez a la que están sujetas muchas actuaciones administrativas
puede reducir las herramientas que tienen los directivos para comprometer a su
gente. Incluso se puede caer en la tentación de admitir que nadie, en el seno de
la función pública, se haya planteado el tema del compromiso de los
funcionarios. Sin embargo, y a pesar de todo ello, creo que es posible lograr un
cierto grado de compromiso en el trabajador público porque, de hecho, en muchas
ocasiones se ha conseguido.
Intentaremos en ese apartado ayudar a quienes busquen ese plus
de esfuerzo, ese mayor empeño, esa dedicación que vaya algo más allá del mero
cumplimiento de horario. Para ello, basándonos en muchos de los errores que se
irán desgranando en la primera mitad del libro, trataremos de dar con las claves
de lo que suponga un mayor grado de obligación con la empresa. Buscaremos dar
con la tecla que haga a los funcionarios sentirse orgullosos de trabajar en la
Administración pública.
1.6 Catalogando al directivo
No me considero un experto en la teoría del liderazgo, pero sí
me tengo por un decente analista de la realidad, y por una persona que se
cuestiona el por qué de las cosas. Por eso me planteo cuánto hay de cierto en
muchas de las cosas que se dicen acerca del liderazgo, cuánto de eso se puede
aplicar para dirigir en la función pública, cuántas diferencias existen, si es
que las hay, entre la dirección pública y la privada, o si se pueden hacer
líderes o hay que tener un algo natural y por tanto, como se diría popularmente,
el que no vale, no vale.