Crónica del beso
Mis pupilas te acarician
sin prisa,
levemente,
y se detienen ante las cornisas
de tu alma, mi vertiente.
Una fuerza envolvente nos retiene,
sin
tiempo, dulcemente;
espíritus que en beso se convierten
por el éxtasis de vibrar frente a frente.
Nuestros labios silentes no se
muerden,
ni se rozan, ni se acercan.
Los inocentes cuerpos no
comprenden
que las amantes almas sí se besan.
De pronto, la urgencia de la piel
irrumpe,
emprenden las manos cruzadas trayectorias,
nace carnal un beso
que nos funde...
Pero ese es otro beso y otra historia.