En toda arte oratoria, una vez propuesto el género de la cuestión, se añaden sus formas; pero cuando se trata de los ornamentos de palabras y de sentencias que se llaman cxnuata, no sucede lo mismo, porque la materia es casi infinita: en lo cual se ve clara la diferencia que hay entre la partición y la división. Aunque los vocablos parecen significar lo mismo, las cosas difieren bastante entro sí. Cuando se funda el argumento en el valor de la palabra, se usa la notación que los Griegos llaman etimología, esto es, palabra de palabra. Pero nosotros, huyendo la novedad en las palabras, llamamos a este género notación, porque las palabras son como las notas de los objetos. Por eso Aristóteles las llama también símbolos, que es lo mismo que en latía nota. Pero una vez que estamos conformes en la inteligencia de la cosa, poco importa el nombre.
De la notación se hace mucho uso en la disputa, verbigracia: cuando se pregunta lo que es postliminio y no se enumeran las partes del postliminio, porque esto entraría en la división, vg.: «por medio del postliminio se recobran el hombre, la nave, el mulo, el caballo, la yegua sujeta al freno, etc. » Pero cuando se pregunta el valor de la palabra postliminio, contesta nuestro Servio, que sólo se ha de atender al post, y que el liminio no es más que una producción de la palabra, corno en finítimo, legítimo, aedítimo, nada vale el timun, ni en meditullio el tullium. Por el contrario, Scevola, hijo de Publio, cree que la palabra es compuesta de post y limen, es decir, que las cosas enajenadas, y que vienen a poder de los enemigos, salen, por decirlo asi, de su umbral (limen), y cuando vuelven a él tiene lugar el postliminio. Así, se puede defender la causa de Mancino diciendo que volvió por postliminio, ya que no fué recibido, aunque sí entregado, porque ni la entrega ni la donación se verifican sin que haya quien reciba.
El tópico o lugar fundado en las cosas que tienen alguna relación con la que es objeto de controversia, se divide en muchas partes: l.°, la afinidad, que los Griegos llaman suzygia, y que es muy parecida a la notación, vg.: si entendiendo nosotros por agua de lluvia sólo la que cae de las nubes, dijera Mucio, fundándose en el parentesco de las palabras pluvia y pluendo, que debe entenderse toda el agua acrecentada por la lluvia.
Cuando el argumento se tome del género, no es necesario traerle desde el principio; basta que lo que se trae para probar sea un género más o menos próximo, vg.: el agua de lluvia en último género es la que cae de las nubes, pero en género más próximo, y aplicable al derecho, es el agua de lluvia que ofende o daña. Y las especies de este género son dos: el vicio de lugar y la mano; el primero de los cuales debe ser corregido por el árbitro, y el segundo no.
También se puede tratar esta argumentación enumerando las partes del género, vg.: si es dolo y engaño el hacer una cosa y fingir otra, conviene enumerar los modos cómo esto se hace, o incluir en algunos de ellos el hecho particular de que nos quejamos. Este género de argumentación es muy firme.
La semejanza es muy usada, pero más por los filósofos y oradores que por los jurisconsultos. Aunque en toda disputa puede traerse todo linaje de argumentos, hay algunos que ocurren con más frecuencia en unas que en otras. Por eso debes conocer los géneros y usar de cada uno de ellos según las cuestiones.
Hay símiles que llegan a lo que se quiere probar por medio de muchas comparaciones, vg.: «Si deben prestar juramento el tutor, el socio, el mandatario y el que ha recibido la fianza, también debe hacerlo el procurador. » Este argumento se llama inducción, y por los Griegos