-A pesar de lo poco que ella puede ver, realizando este trabajo de
sobrecargo de aviones, es mucho lo que puede "oír". Y no somos tantos como tú
piensas, no más de ciento diez "Guardianes" en todo el planeta y otros tantos o
algo más de durmientes. Los ordenadores de la Federación, quince mil años atrás,
ya eran de altísima tecnología pues, luego de ciento cincuenta siglos, errar en
un diez por ciento, no es errar.
-¿Como los llaman a ellos? Me refiero a como se los denomina aquí
en la Tierra.
-Sinceramente, no tienen una denominación específica, son humanos
como ya te expliqué, pero debes hacerte a la idea de que la Federación Estelar
está integrada por más de mil quinientos sistemas estelares y en cada uno de
ellos existen no menos de un planeta o más; poblado por razas humanas; también,
ten en cuenta lo que sucede aquí en la Tierra; está poblada por humanos que,
siendo todos de una misma especie, se dividieron en tres o cuatro grandes ramas:
Európidos, Négridos, Mogólidos, Amerindios, cada una derivó en diez o quince
sub-ramas, siendo una de ellas, la nuestra, los caucásicos. Nos diferenciamos
por el color de la piel, por la forma de los ojos, la nariz, el color del
cabello, etc.etc. Me imagino que en la
Federación, debe suceder otro tanto aunque en escala mucho mayor, pero con una
envidiable diferencia; entre ellos, no existen los rechazos y el segregacionismo
por esas pequeñas variantes, que aquí dan origen a tantos prejuicios raciales.
Puedes llamarlos: Los Federales, o los Estelares, o como ya los estás llamando
tú, ELLOS.
Terminaron de cenar en silencio.
Dany, se dirigió al lavabo y a su regreso al asiento se cruzó con
Isabel en el pasillo, quién con una hermosa y cautivante sonrisa en los labios,
-le dijo: -Hola Daniel, encantada de conocerte, lo mismo digo, -respondió Dany,
algo entrecortado.
Vuelto a su asiento, Dany encontró a Gellian, dormitando, se sentó
y en silencio se puso a observar la capa de nubes por debajo del avión,
iluminadas por una magnífica luna, daba la sensación de estar volando sobre un
campo nevado. Por encima, a unos catorce mil metros, la contrapartida de la
belleza que se veía abajo, eran las tétricas imágenes de los estratos de nubes
oscurecidas por la polución, manchones en el cielo, verdadero cáncer de la
atmósfera de la Tierra.
"Que porquería", pensó.