-Te quiero mi amor. Sos la persona más especial que conocí en
mi vida.
-Gracias, yo también te quiero mucho.
-Hoy, hace seis meses que salimos, y me gusta mucho estar con
vos.
-A mí también mi amor.
Cambiándole de tema repentinamente, le dije:
-¡Que buenas te quedaron las milanesas, mejores que las de mi
abuela!
-Ah, las puse en el horno para mantenerlas calientes. ¿Querés
que te sirva más?
-Sí, bueno.
Al terminar de cenar, nos servimos dos copas con vino y
levantamos los platos de la mesa. Sofía se dispuso a lavar la vajilla y yo, me
dirigí al living, donde me senté en un confortable sillón de cuero a armar un
porro. Con la primera calada, agarré la guitarra y me puse a componer una
canción que decía:
Me quemo por adentro
y hielo por afuera,
cuando veo en tus ojos
esa la luz del interior.
Sin saber a donde voy
sigo sin sentido,
a cualquier ilusión.
Derrito las murallas
de hielo con vapor,
al estar contigo a solas,
en mi oscura habitación.