Capítulo 1
Una vida común
Mi historia comienza en las afueras de la ciudad de Mar del
Plata, una tarde de otoño gris, cuando nos dirigíamos hacia una playa poco
conocida a chequear las olas. Manejaba mi camioneta Chevy, junto a mi novia
Sofía, que viajaba con lentes oscuros, mirando por la ventanilla, y el perro que
ladraba desde la caja sin parar. Andábamos con música a bastante volumen,
despreocupados de la vida, sin pensar demasiado en nada, fumando marihuana, bajo
un cielo chato con nubes espesas, que parecían dormidas, en una tormenta latente
que amenazaba.
Al rato de andar por la carretera, nos detuvimos en un mirador,
llamado los acantilados, donde nos bajamos en una subida del espectacular
paisaje. Nos sentamos en el pasto a mirar con los binoculares las olas que
entraban desde lejos y formaban paredes de agua lisas, que avanzaban y quebraban
con fuerza, detrás de un saliente de piedra, que se perdía en el fondo del
océano. Con ese espectáculo increíble ante nosotros, le dije a Sofía:
-El pico esta funcionando, me voy ir para el agua. ¿Qué vas a
hacer?
-Voy a volver a la casa y al atardecer te paso a buscar.
¡Dale!
-Sí, bueno.
Sin esperar más tiempo, saqué una tabla de la funda, tomé un
poco de parafina, el traje entero de neoprene, nos saludamos y me dispuse a
prepararme para entrar al agua.
-Te veo mas tarde.
-Chau.
Ella se puso en marcha, y yo baje caminando hasta la playa, con
cuidado entre las piedras. Otras personas se veían moviéndose con tablas, pero
no había una multitud en el agua. Realicé algunos ejercicios de estiramiento, le
coloqué cera a la tabla, me puse el traje de goma, y me arrojé al agua con mucha
energía.