Pero no es ahora, ni en este lugar que conviene
que tales pensamientos sacudan mi alma,
cuando la gloria viste el féretro del héroe
o ciñe su frente.
¡Veo en torno de mí la espada, el estandarte
la campaña, la Gloria y Grecia!
El Espartano, protegido por su escudo,
no era más libre.
¡Despierta! (Grecia no, que está en vela.)
¡Despierta, espíritu mío! Averigua por
qué caminos
tu sangre vital llega de su fuente original,
y luego golpea en lo vivo,
pisotea a esas pasiones que resurgen
-¡virilidad indigna!-, pues para ti
la severidad o la sonrisa de la belleza
debieran ser indiferentes.