La comisión dedicada al caso
Propóleos descubrió una marcada "entente" entre algunos
medios de prensa y ciertos funcionarios del Poder Ejecutivo que actuaron como
fuente casi única durante la primera etapa, la más resonante, y
que suplió la falta de información del ámbito judicial.
En el caso Monzón, la comisión respectiva produjo un interesante
análisis sobre la relación esquizofrénica -o meramente
mercantil- de los medios de prensa con las figuras populares. Quien fuera
explotado como ídolo pasó a ser explotado como personaje
siniestro: "La versión periodística es la caricatura, la
sombra irreflexiva del proceso judicial potenciada en sus aspectos negativos:
estigmatización, asunción de roles, pretensión de juicios
absolutos,..."