PRÓLOGO
Tendemos a creer que somos
los que nos comemos a los otros y a lo otro, y expresiones como: "ya dejen de
comer gente", "se la devoraba con la mirada", "me tuve que tragar el coraje" o
"me devoré este libro" lo confirman. No obstante, este asunto podría
replantearse, ya que si hacemos caso a aquellas otras palabras extraídas de la
vox populi, al respecto de que somos lo que ingerimos, más bien parecería que lo
otro es lo que nos ingiere.
Cuando leemos realizamos
un proceso similar al de la ingesta: las palabras entran en nosotros y debemos
asimilarlas, ya que de no hacerlo corremos el grave riesgo de que nos "caigan
mal" y quedemos indigestos; al contrario, cuando las saboreamos y dejamos que
las letras vayan cayendo una a una se vuelven parte de nosotros y terminamos
siendo ellas: el libro nos ha devorado. La lectura de ¿Y tú, cuándo te desnudas? me dejó
varias y apetentes imágenes.
Veo a Marcela, la biógrafa
de un stripper (protagonista y única voz de este relato), bebiendo su tequila
ensimismada, indiferente a los bailarines desnudistas que pasan frente a ella;
de la misma forma que uno va pasando los ojos sobre la barra de un buffet sin
animarse por nada; de repente, he allí algo que despierta su apetito:
Icker.