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FAUSTO

IMPRESIONES DEL GAUCHO ANASTASIO EL POLLO EN LA REPRESENTACION DE ESTA OPERA

ESTANISLAO DEL CAMPO

(1834-1880)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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- I -

EN UN overo rosao,flete nuevo y parejito,caía al bajo, al trotecitoy lindamente sentao,un paisano del Bragao,

de apelativo Laguna:

mozo jinetaso, ¡ahijuna!,

como creo que no hay otro.

Capaz de llevar un potro

a sofrenarlo en la luna.

¡Ah criollo!, si parecía

pegao en el animal,

que aunque era medio bagual

a la rienda obedecía,

de suerte que se creería

ser no sólo arrocinao,

sino tamién del recao

de alguna moza pueblera:

¡Ah Cristo! ¡Quién lo tuviera!...

¡Lindo el overo rosao!

Como que era escarciador,

vivaracho y coscojero,

le iba sonando al overo

la plata que era un primor;

pues eran plata el fiador,

pretal, espuelas, virolas,

y en las cabezadas solas

traia el hombre un Potosí:

¡Qué!... ¡Si traía para mí,

hasta de plata las bolas!

En fin, como iba a contar,

Laguna al río llegó,

contra una tosca se apió

y empezó a desensillar.

En esto, dentró a orejiar

y a resollar el overo,

y jue que vido un sombrero

que del viento se volaba

de entre una ropa, que estaba

más allá, contra un apero.

Dio güelta y dijo el paisano:

-¡Vaya Záfiro! ¿Qué es eso?

Y le acarició el pescueso

con la palma de la mano.

Un relincho soberano

pegó el overo que vía

a un paisano que salía

de la agua en un colorao

que al mesmo overo rosao

nada le desmerecía.

Cuando el flete relinchó,

media güelta dio Laguna,

y ya pegó el grito: -¡Ahijuna!

¿No es el Pollo?

-Pollo, no,

ese tiempo se pasó,

(contestó el otro paisano),

ya soy jaca vieja, hermano,

con la púas como anzuelo,

y a quien ya le niega el suelo

hasta el más remoto grano.

Se apió el Pollo y se pegaron

tal abrazo con Laguna,

que sus dos almas en una

acaso se misturaron.

Cuando se desenredaron,

después de haber lagrimiao,

el overito rosao

una oreja se rascaba,

visto que la refregaba

en la clin del colorao.

-Velay, tienda el cojinillo,

Don Laguna, sientesé,

y un ratito aguardemé

mientras maneo el potrillo:

vaya armando un cigarrillo,

si es que el vicio no ha olvidao;

ahí tiene contra el recao

cuchillo, papel y un naco:

yo siempre pico el tabaco

por no pitarlo aventao.

-Vaya amigo, le haré gasto...

-¿No quiere maniar su overo?

-Dejeló a mi parejero

que es como mata de pasto.

Ya una vez, cuando el abasto,

mi cuñao se desmayó;

a los tres días volvió

del insulto, y crea, amigo,

peligra lo que le digo:

el flete ni se movió.

-¡Bien haiga, gaucho embustero!

¿Sabe que no me esperaba

que soltase una guayaba

de ese tamaño, aparcero?

Ya colijo que su overo

está tan bien enseñao,

que si en vez de desmayao

el otro hubiera estao muerto,

el fin del mundo, por cierto,

me lo encuentra allí parao.

-Vean cómo le buscó

la güelta... ¡Bien haiga el Pollo!

Siempre larga todo el rollo

de su lazo...

-¡Y cómo no!

¿O se ha figurao que yo

asina no más las trago?

¡Hágase cargo!...

-Ya me hago...

-Prieste el juego...

-Tomeló.

-Y aura, le pregunto yo:

¿qué anda haciendo en este pago,

-Hace como una semana

que he bajao a la ciudá,

pues tengo necesidá

de ver si cobro una lana;

pero me andan con mañana,

y no hay plata, y venga luego.

Hoy no más cuasi le pego

en las aspas con la argolla

a un gringo, que aunque es de embrolla,

ya le he maliciao el juego.

-Con el cuento de la guerra

andan matreros los cobres

-Vamos a morir de pobres

los paisanos de esta tierra.

Yo cuasi he ganao la sierra

de puro desesperao...

-Yo me encuentro tan cortao,

que a veces, se me hace cierto

que hasta ando jediendo a muerto...

-Pues yo me hallo hasta empeñao.

-¡Vaya un lamentarse! ¡ahijuna!...

Y eso es de vicio, aparcero:

a usté lo ha hecho su ternero

la vaca de la fortuna.

Y no llore, Don Laguna,

no me lo castigue Dios:

si no comparemolós

mis tientos con su chapiao,

y así en limpio habrá quedao

el más pobre de los dos.

-¡Vean si es escarbador

este Pollo! ¡Virgen mía!

Si es pura chafalonía...

-Eso sí, ¡siempre pintor!

-Se la gané a un jugador

que vino a echarla de güeno.

Primero le gané el freno

con riendas y cabezadas,

y en otras cantas jugadas

perdió el hombre hasta lo ajeno.

¿Y sabe lo que decía

cuando se vía en la mala?

El que me ha pelao la chala

debe tener brujería.

A la cuenta se creería

que el Diablo y yo...

¡Callesé.

amigo! ¿No sabe usté

que la otra noche lo he visto

al demonio?

-¡Jesucristo!

-Hace bien, santigüesé.

-¡Pues no me he de santiguar!

Con esas cosas no juego;

pero no importa. Le ruego

que me dentre a relatar

el cómo llegó a topar

con el malo, ¡Virgen Santa!

Sólo el pensarlo me espanta...

-Güeno, le voy a contar,

pero antes voy a buscar

con qué mojar la garganta.

El Pollo se levantó

y se jue en su colorao,

y en el overo rosao

Laguna a la agua dentró.

Todo el baño que le dio

jue dentrada por salida,

y a la tosca consabida,

Don Laguna se volvió,

ande a Don Pollo lo halló

con un frasco de bebida.

-Larguesé al suelo, cuñao,

y vaya haciéndose cargo

que puede ser más que largo

el cuento que le he ofertao:

desmanee el colorao,

desate su maniador,

y, en ancas, haga el favor

de acollararlos...

-Al grito:

¿Es manso el coloradito?

-¡Ese es un trebo de olor!

-Ya están acollaraditos...

-Dele un beso a esa giñebra:

yo le hice sonar de una hebra

lo menos diez golgoritos.

-Pero ésos son muy poquitos

para un criollo como usté,

capaz de prenderselé

a una pipa de lejía...

-Hubo un tiempo en que solía...

-Vaya amigo, larguesé.

 
 
 
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