-¿Puede hacer la danza de Salomé?
-preguntó-. Yo sí.
-Qué maravilla -dije.
-¿Quiere que lo haga ahora? ¿Le gustaría
verme hacerlo?
Se puso de golpe de pie, ejecutó una serie de
sorprendentes contorsiones durante los siguientes diez minutos, y luego hizo una
pausa, sin aliento, retorciendo su larga cabellera.
-¿No está muy bien? -dijo-. Y ahora estoy sudando
tan espléndidamente. Voy a darme un baño.
Frente a mí estaba la mujer más morena que
había visto nunca, acostada de espaldas, con los brazos cruzados por
encima de la cabeza.
-¿Cuánto tiempo ha estado hoy aquí? -le
preguntó alguien.
-Oh, ahora paso el día entero aquí
-contestó-. Estoy haciendo mi propia "cura", y vivo nada
más que de verduras crudas y nueces, y siento que cada día mi
espíritu es más fuerte y más puro. Después de todo,
¿qué podemos esperar? La mayor parte de nosotros caminamos por
ahí con corpúsculos de cerdo y fragmentos de buey en nuestro
cerebro. Lo sorprendente es que el mundo siga siendo tan bueno. Ahora vivo de
comida simple, natural -mostró una canastita a su lado-, una lechuga, una
zanahoria, una papa y algunas nueces son alimento amplio y racional. Las lavo
bajo la canilla y las como crudas, tal como vienen de la tierra inofensiva...
frescas y no contaminadas.