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El tiempo


 “El tiempo es la sustancia de que estoy hecho.
El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río;
es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre;
es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego.
El mundo, desgraciadamente, es real;
yo, desgraciadamente, soy Borges.”

Jorge Luis Borges



Se van acercando al río. Les invade una imperiosa sensación de frescura en todo el cuerpo transpirado. Pero siguen de largo. Le miran y le dejan pasar su imparable camino al amplio y azul mar... ven de lejos la escena del rescate del cadáver decapitado de la mujer y siguen... Así eres, muchas veces reflexivo con los elementos creados por la diosa madre de la naturaleza —llevas tres reflexiones que te van a juzgar por ellas—. (¡La de Jesús clavado: “divina y pasivamente en la cruz, la misma que tuvo que cargar”, la del cuestionar su libro sagrado y ahora La diosa madre creadora, cuando siempre los demás le llaman dios como si fuera una entidad masculina y te atreves a llamarle diosa!). Pablo Coelho lo hace constantemente, pero tú no eres Coelho (¡ni quieres ser como Coelho!). El Vaticano te va a castigar y ellos también. Piensas que El Vaticano es cualquier lugar donde vas... Total, el papa paquito le dio vino a los obispos de tu país para que soltaran la lengua y se dejen de estar haciendo política desde el púlpito...
Total, siempre te han criticado y juzgado sin saber nada de ti; solo se imaginan cosas sobre ti, sin pruebas y te echas aire entre las piernas y dejas el escroto al aire. O como dice Romeo Santos: “La envidia se ha encargado de desmentirme.” Esa frase te gusta; la consideras inteligentemente dicha en el ambiente en que transitas. ¡Bravo Romeo, yo sí te creo! ¡Bravo y valiente Romeo! ¿Dónde estás que no te veo?
El sol amarillo continúa atacando fieramente como lamiendo con sus llamas sus cuerpos transpirados. Tú sonríes ante un sonido agudo que se escucha a lo lejos, entre el ramaje oscuro de los árboles que cuidan el sendero... y divisas sin disimulo a un mozambique que hace el amor —o como se llame en el lenguaje de las aves— a su pareja, y revoletean plumas negras en éxtasis copulativo. El canto se escucha apasionado y lleno de eróticos chillidos. Sonríes. Y envidias la libertad con la que los animales hacen el amor al aire libre y ante todos porque reconocen que todo acto de amor no conlleva ningún misterio. Y envidias a los perros infieles en orgía perruna, a los toros sin cuernos, a los gatos gritones con su espinoso sexo copulando con su gata en la noche sin luna... Piensas que por los tabúes impuestos es que hemos deformado los conceptos de la vida plena. El amor no debe tener barreras ni excepciones a la hora de demostrarlo...
Recuerdas que hoy es sábado y que no hay prisa en hacer las cosas. Ese es el día más lento en sus vidas. Siempre ha sido así. Se levantan a la rutina de los días y viven cada segundo como la inocente arbitrariedad de los empresarios de Standard and Poor’s y Moody’s. ¿Cavilarán con conciencia ante sus decisiones? Eso asusta. Pero ustedes se disfrutan cada sábado... y se olvidan por ratos de Standard and Poor’s y Moody’s. Sábado como dice el libro, que tú sí has leído, y es día del supuesto descanso. Haciendo analogías entre las historias con los sucesos de tus tiempos te ríes de las pasiones trasnochadas de los llamados cristianos. Ester, reina de belleza y Zuleyka adorando a Barrea por asegurar el futuro económico de su hijo, y la critican y no la dejan vivir y hacen como los paparazzis hicieron a Diana y le matan con envidias. Porque es envidia lo que sienten por Zuleyka por haber sido reina del universo habiendo nacido en humilde cuna y les corroe la envidia como taladro en las entrañas y no la dejan en paz.
¿Cómo cambian las historias te preguntas? David, el mismo que mató al gigante Goliat en la Biblia, llorando la muerte de su amado amigo y suplicando consuelo por ese sentimiento perdido, arrancado de su corazón herido y los del grupo LGBTT, suplicando a los gobiernos igualdad en sus condiciones humanas. David siendo adorado y los del grupo LGBTT siendo golpeados y humillados por la misma sociedad que adora y se conduele del sentimiento amatorio de David y su amado amigo. ¿Incongruencias? ¿Visiones religiosas trastocadas por tiempos o por puros caprichos humanos? ¿Alguna diferencia entre el amor de David hacia su amado amigo y el sentimiento que reclaman los del grupo LGBTT? ¡Vaya usted a saber! Por eso te es difícil comprender al David bíblico... o por lo menos no entender a los que creen y siguen en sus actuaciones bíblicas…
El tiempo no será un personaje más de esta historia. ¿Qué afán puede tener si los que van a construir el tiempo son solo ustedes? ¡Qué es el tiempo sino ilusiones clandestinas de magos domadores de rústicas etapas humanas! ¿Qué es el tiempo? Preguntaste a Borges y solo te dio metáforas retorcidas para lúdicas ilusiones de espacios irreales en dimensiones sin medidas. Borges señaló en su Diccionario privado: “La eternidad, anhelada con amor por tantos poetas, es un artificio espléndido que nos libra, siquiera de manera fugaz, de la intolerable opresión de lo sucesivo. El tiempo es un problema para nosotros, un tembloroso y exigente problema, acaso el más vital de la metafísica; la eternidad, un juego o una fatigada esperanza. El universo requiere la eternidad. Los teólogos no ignoran que si la atención del Señor se desviara un solo segundo de mi derecha mano que escribe, ésta recaería en la nada, como si la fulminara un fuego sin luz. Por eso afirman que la conservación de este mundo es una perpetua creación y que los verbos conservar y crear, tan enemistados aquí, son sinónimos en el cielo. La eternidad no es concebible, pero el humilde tiempo sucesivo tampoco lo es. Negar la eternidad, suponer la vasta aniquilación de los años cargados de ciudades, de ríos y de júbilos, no es menos increíble que imaginar su total salvamento. El hombre vive en el tiempo, en la sucesión, y el animal, mágico, en la actualidad, en la eternidad del instante. El pasado es la sustancia de que el tiempo está hecho; por ello es que este se vuelve pasado enseguida. El propósito de abolir el pasado ya ocurrió en el pasado y -paradójicamente- es una de las pruebas de que el pasado no se puede abolir. El pasado es indestructible. Tarde o temprano vuelven todas las cosas y una de las cosas que vuelven es el proyecto de abolir el pasado. No hay otro tiempo que el actual. Nadie ha descubierto el arte de vivir en el pasado o en el futuro, de modo que todos los escritores son actuales, lo han sido o lo serán.”

 
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En la diáspora del silencio de Orlando Rodríguez Figueroa   En la diáspora del silencio
de Orlando Rodríguez Figueroa

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