Por eso no
hablo
Sólo hablo con miradas distraídas,
que perturban tu
sonrisa sugestiva
armoniosa cuando mira,
elocuentes tus acciones,
que demuestran actitudes
sospechosas.
Ya no hablo demasiado
por miedo de hablar de
más,
y echarlo todo para atrás y que salga todo mal
y convertir en
pesadilla,
lo que pudo ser un sueño espectacular.
Ya no hablo, porque ya sabes o debes imaginar,
cuál
es el estado emocional de un corazón sentimental.
¡Pero no cualquier
corazón!
No el músculo infatigable,
si no uno tan abstracto,
como la propia definición de
amor.
Ya no hablo porque estoy cansado de perder,
a
consecuencia de mis palabras que lastiman,
por ser torpe,
distraído,
divertido y, a la vez,
introvertido.