Sergio exteriorizaba un claro matiz de amargura en sus
palabras.
-Esas han sido las realidades de la nación cubana,
donde no han existido en los diccionarios las palabras mañana y futuro, algo que
nunca tendría que haber ocurrido si los ideales puros revolucionarios, que
sirvieron de bandera y de gran esperanza, no sólo para el pueblo cubano, sino
para toda una generación que tuvieron al mítico Che Guevara y a Fidel como
símbolos,
auténticos hitos, basándose en una sociedad más justa, igualitaria
y libre, se hubiesen llevado a cabo y no convertidos en una auténtica utopía a
la que muchos aún siguen aferrándose por romanticismo o por
snobismo.
De forma improvisada, Sergio, al que el corazón
parecía que le salía del pecho, seguía hilvanando su emotivo
discurso.
-¡Qué duro debe haber sido para un cubano que sólo le
quedase la infinita soledad y el silencio de la noche para soñar y convertir sus pesadillas en felicidad; los que vivían dentro, por que ni siquiera
podían explicar sus sueños, sintiéndose como un pájaro aprisionado en una cárcel
invisible, anhelando salir del país para ser libres, y los que vivían afuera
deseando volver algún día a su patria en
libertad!
-¿Qué puede pasar ahora tras la marcha de Fidel?
-escrutó un alumno del color de la caoba que se presentó como descendiente de
cubanos y aprovechó el corto silencio del
profesor.
-No lo sé, pero pase lo que pase los cubanos tendrían
que empezar a compartir el progreso y no la pobreza, deberían conseguir hablar,
escribir, leer, reunirse libremente y poder salir y entrar del país cuando les
apetezca. La tarea es difícil después de la destrucción de la familia y del
individuo que han sufrido el país. En un mundo donde manda el neoliberalismo
político y la globalización económica, habrán de perseverar en corregir una
economía
destrozada.