-Ahora, si me permitís, en estos minutos que
quedan de clase, y en el día en Fidel Castro ha dimitido, o renunciado; no se
sabe muy bien; os quisiera hablar de Cuba -propuso al alumnado que, cambiando
sus faces y asintiendo mayoritariamente con la cabeza, en señal de aprobación,
por fin mostraron algo de motivación ante un tema tan
candente.-Al mencionar este maravilloso país, no podíamos
escapar de la palabra dictadura, un vocablo provinente del latín y que
quiere decir tiempo durante el cual ejerce el poder un dictador, concentrando en
sí todos los
poderes.
Era corriente que cuando Sergio se dirigía a sus
alumnos hiciese breves pausas y vocalizase con gran corrección, su experiencia
acumulada le había dotado de esa
virtud.
-Un sistema político, por suerte cada vez más en
desuso, por el cual se ha regido la isla durante casi cincuenta años y que a
nosotros, los españoles, no nos es nada ajeno, ya que tanto España como Cuba han
sido las dos últimas dictaduras más largas del mundo occidental. Por mi edad y
por circunstancias familiares he tenido la triste oportunidad de conocer ambas.
La española la padecí al iniciar mi adolescencia; el mundo estudiantil y una
influencia familiar me hizo abrir los ojos en medio de una sociedad que
vivía con el recuerdo triste del pasado de una traumática Guerra Civil y una
Posguerra y con la incertidumbre de un futuro que sólo dibujaba oscuridades.
Nuestro pueblo vio pasar lentamente los años, sin atreverse a alzar la voz, y
vivió los horrores de una dictadura, como la del general Franco, que dejó a
España sumida en el atraso y en un aislamiento internacional
total.
El enardecido profesor Sandoval acababa de romper una
norma para él sagrada: no tomar partido por ningún capítulo de la historia, para
que, así, fuesen sus propios alumnos quienes lo hiciesen a través de la
reflexión. Pero cuando hablaba de dictadores su rostro se afi
laba.