Es necesario que le confiese, puesto
que van a fusilarle, y es muy natural que le fusilen, puesto que se había
dejado coger y porque él fusilaría lo mismo si hubiera cogido un
prisionero.
Esta lógica satisface por
completo las débiles exigencias de su cerebro de campesino arrancado del
terruño para doblar la cerviz bajo los arreos militares.
Y, además, ¿para
qué luchar con este hecho brutal de la muerte amenazadora, inmediata,
inevitable?
Puesto que tiene que llegar, se trata
solamente de hacer el equipaje bien para presentarse con todo en orden cuando le
corresponda hacer su entrada en el más allá inevitable.