Y abrió al acaso un tomo de Cicerón, en el que Erik tradujo muy
bien algunas frases.
En el párrafo que leyó tratábase de la cicuta bebida por
Sócrates, y el maestro rogó a su amigo que preguntase al muchacho de qué familia
era aquella planta. Erik contestó sin vacilar que pertenecía a la familia de las
umbelíferas, tribu de las esmirnias, y detalló todos sus caracteres.
De la botánica se pasó a la geometría. Erik hizo en buenos
términos la demostración del teorema relativo a la suma de los ángulos de un
triángulo.
La sorpresa del doctor crecía de punto.
-Hablaremos un poco de geometría, dijo de pronto. ¿Qué mar
limita al Norte la Escandinavia, la Rusia y la Siberia?
-El Océano Glacial Ártico.
-¿Y con qué mares se comunica este Océano?
-Con el Atlántico al Oeste y el Pacífico al Este.
-¿Puedes citarme dos o tres puntos importantes del
Pacífico?
-Sí, señor: Yokohama, en el Japón; Melburne, en Australia, y
San Francisco, en el Estado de California.
-Pues bien; si el Océano Glacial Ártico se comunica por una
parte con el Atlántico, que baña nuestras costas, y por la otra con el Pacífico,
¿no te parece que el camino más corto para ir a Yokohama o a San Francisco sería
ese mar Ártico?
-Seguramente, señor doctor, contestó Erik; sería el camino más
corto si fuese practicable; pero hasta aquí todos los navegantes que intentaron
seguirle viéronse detenidos por los hielos, y hubieron de renunciar a la empresa
cuando no encontraron la muerte.
-¿No dicen que se ha intentado a menudo descubrir el paso
Nordeste?