-No es posible, dijo al fin, contestar mejor a mis preguntas, o
inútil creo proseguir el examen; de modo que no os detendré aquí más, hijos
míos, y puesto que el Sr. Malarius lo quiere así, demos por terminada la sesión
con esto.
Al oir estas palabras, el maestro dio una palmada; todos los es
escolares se levantaron a su vez, recogieron sus libros y alineáronse en cuatro
filas en el espacio libre delante de los bancos.
El maestro dio una segunda palmada, y la columna se puso en
marcha, marcando el paso con precisión del militar.
A una teirra señal los escolares rompieron filas, disemináronse
lanzando gritos de alegría, y un minuto después se les vio correr alrededor de
las azules aguas del fiordo, en cuyas superficies se reflejan los tejados
de césped de Noroé.