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Cada ser humano tiene una vocación monástica y cada
uno debe realizarla de forma
distinta
Abba José dijo a Lot: «Tú no puedes
convertirte en monje si no te conviertes totalmente en un fuego que se
consume»
Cuando se utiliza la palabra monje
inmediatamente pensamos en esos hombres o mujeres que viven encerrados en un
edificio que llamamos monasterio y que se dedican casi exclusivamente a rezar.
Desde esa visión popular y tradicional, los monjes son hombres y mujeres que
viven una «vida muy religiosa» pero que no se dedican a actividades como la
educación, el cuidado de los enfermos o la organización de comunidades; sólo se
dedican a rezar, a estudiar, y a cierto tipo de trabajos manuales como la
elaboración de artesanías o galletitas, o al trabajo en el campo. También se
tiende a pensar que los monjes son hombres y mujeres que han sufrido algún tipo
de fracaso amoroso y por eso se han encerrado en un monasterio, o que tienen un
temperamento tímido que les impide dedicarse a otro tipo de actividades, o que
son personas demasiado «buenitas» incapaces de mezclarse con el mal del mundo.
Si nos limitamos a esa visión los monjes estarían buscando una vía de escape, un
rinconcito sin muchos problemas donde hacerse un poco «santitos», sin
contaminarse demasiado con el desorden y el mal del mundo. Si se nos dice que
alguien es un gran deportista podemos hacernos una idea de él sin necesidad de
saber qué deporte específico practica. Sabremos que se ocupa de desarrollar sus
posibilidades físicas con disciplina y esfuerzo. La manera concreta como lo haga
es secundaria. Puede ser futbolista, o nadador, o corredor de pista, puede
practicar un deporte que le exija jugar en equipo o uno que le permita hacerlo
en solitario. Hay muchas formas completamente distintas de llegar a ser un gran
deportista. Hagamos lo mismo con nuestra visión tradicional de lo
«monástico». Olvidemos los monasterios y la imagen que tenemos de ellos y de la
gente que los habita, y pensemos en que el Ser monje es una manera de
desarrollar ciertas posibilidades humanas y espirituales que todos tenemos,
independientemente de la forma concreta como cada uno escoja desarrollarlas.
Pensemos que se puede Ser monje sin necesidad de vivir como nos imaginamos que
viven los monjes tradicionales en sus monasterios. Raimon Panikkar, en su
libro Elogio de la Sencillez, se presenta
así:
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Consiga Monjes somos todos de Fernando Torres Pedroza en esta página.
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