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-Eso, eso, "un certificado"... ¿Y qué,
cree usted que es algo agradable ese "certificado"?
¡Figúrese! ¡Han venido a cobrar las contribuciones!
¡Oh, qué agradable! Sería maravilloso si trajeran el secreto
de cómo cultivan los pepinillos de Múrom o el jamón ahumado
de Tambov..., ¡pero vienen a sacar los dineros de las contribuciones!
Bien, y tenga la bondad de decirme ¿cómo hago yo efectivo ese
"certificado" de propiedad si me encuentro con que, por ejemplo, los
mujiks de Pozdéievka no tienen coles? ¿Qué papel
desempeño yo en tal caso? Mando una circular, a todos los jefes de
policía rural de los distritos, y nada más; y los jefes de
policía llenan toda la provincia de gritos, y tampoco hacen nada
más. Sin embargo, yo aprieto sin saber para qué; el jefe de
policía de cada distrito grita, sin saber tampoco con qué objeto.
¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde están las
contribuciones para el Estado? ¿La mala cosecha ha arruinado al mujik, se
ha entregado éste a la bebida, le chupa la sangre alguna sanguijuela o es
que el propio mujik empieza a hacerse caprichoso y ha tenido la ocurrencia de
ahorrar dinero en una alcancía? Ya ve la cantidad de motivos distintos
que puede haber, ¡y la cosa quedará ahí! ... pero nosotros
empezamos a correr de un lado para el otro, a dar voces, no queremos saber nada:
que paguen las contribuciones, ¡y asunto concluido!
-Cierto, así es en efecto. Damos voces, alborotamos, les
registramos hasta debajo de la camisa. ¿Y qué sacamos con ello?
¡Nosotros mismos no lo sabemos! -confirmó tristemente el mariscal
de la nobleza.
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Conversación ociosa
de Saltikov Schedrin
ediciones elaleph.com
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