-Y dígame, ¿Quién inició el cultivo
de la col en Pozdéievka? ¿Acaso el gobernador? ¡De ninguna
manera! El mujik, señor mío. Una vez, estuvo en Rostov
algún Semión Maiiavka de Pozdéievka, vio cómo los
mujiks de allá plantaban coles y, cuando volvió a su tierra,
empezó a plantarlas en su huerto; los demás, al verle, siguieron
su ejemplo.
-Exactamente, Vuecencia -hubo de reconocer el mariscal de la
nobleza.
-Y todas nuestras artes e industrias se practican por
localidades. En un lugar, es un encanto, y un poco más allá, al
lado, no hay nada de nada. Imagínese usted: cerca de esa misma
Pozdéievka, está la aldea de Razvalija, donde no tienen ni la
más remota idea acerca de los huertos, y todos los mujiks, sin
excepción, se dedican a la carda de la lana. En verano cultivan la
tierra, como todos los campesinos en general, y en invierno se van cada uno por
su lado a cardar lana. Y esto tampoco es obra del gobernador, sino de un mujik
sencillo, de un tal Abramko que estuvo en el distrito de Kaliazin y trajo de
allá esa costumbre. Ahí tiene, ahora comprenderá usted. La
col, los pepinos, la carda de la lana, la fabricación de botas altas, de
esterillas... todo es obra de ellos, ¡sólo de los vecinos!
¿Quién cree usted que ha hecho el campanario en Rasteriaevka?
¿El gobernador? Nada de eso, el mercader Policarp Agáiev
Paralíchev es quien lo ha construido, y el gobernador se limitó a
ir a la fiesta de la bendición y a comer pastel relleno de
esturión.