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Capítulo VI El campeonato que le arrebatamos a Vélez
Nunca olvidaré ese lluvioso domingo de 1971, año que —como conté—, para mí fue tremendamente trágico, ya que fue el año que perdí a mi padre en el accidente que acaeció cerca de Rosario Cuando llegaba la última fecha del Metropolitano, Vélez nos llevaba un punto y jugaba de local contra Huracán, cuando todavía se le adjudicaban dos puntos al ganador y un punto en caso de empates. Independiente a su vez, debía jugar con Gimnasia y Esgrima en el estadio de Avellaneda. Solo un milagro podría hacer que nos coronáramos campeones. ¡Y ocurrió! Como era domingo, y porque tuve el pálpito que podría darse aunque las esperanzas eran remotas, decidí viajar porque Huracán, rival de Vélez, venía desarrollando una campaña de mediocre a mala. En la cancha de La Doble Visera, como dije, habría no más de trescientos espectadores. Al minuto de empezado el partido en Vélez, gol del local hecho por Bianchi y la desazón nos ganó durante un rato. Pero después Huracán da vuelta el partido con dos goles. Independiente, por su parte, le ganó a Gimnasia por 2 a 0 y de pronto la cancha se llenó. Los trescientos se transformaron en ¡más de treinta mil personas! Fue un campeonato increíble. No pude evitarlo y pensé enseguida en mi padre y para mis adentros dije: “Viejo, dejaste la vida por ver al Rojo. Este mismo año, lo viste perder en Rosario, pero adivino tu sonrisa desde el cielo... El Rojo, tu Rojo, mi Rojo, salió campeón... ¡Este campeonato es para vos!”
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Mi viejo me hizo del «Diablo»: Medio siglo siguiendo a Independiente de Avellaneda
de César Ricardo García
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