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1969. Una noche de verano, lluviosa y calurosa como pocas. Un camino lodoso
que empalma con una ruta poco transitada. Y un joven, con sus ropas desgarradas,
herido y semiinconsciente, el cual es encontrado esa madrugada por un grupo de
chicos que transitaban el lugar a bordo de su automóvil. Su estado es
lamentable, acrecentado aun más por una evidente locura. Frases sin sentido
escapan de su boca y, necesitando urgente atención médica, es llevado hacia el
hospital de un pueblo cercano, llamado San Filiberto. 1984. Un hombre mayor,
después de haber retornado al país luego del exilio, se dispone a investigar
cuál fue la suerte de un viejo amigo, comprobando que éste y toda su familia
fueron victimas del Proceso. Pero descubre también que el hijo de esta persona,
un muchacho de nombre Manuel Villalobos, aun está vivo, encerrado en un
manicomio. El hombre, antes de partir al exilio en 1976, conoció la historia de
este muchacho: era el joven que fue encontrado esa noche de 1969, a quien luego
de aquellos sucesos muchos apodaban "El Hombre de la Ruta". Manuel Villalobos le
relató la historia de lo que había vivido esa noche calurosa, donde su cordura
se perdió entre los pasillos de un pequeño pueblo al que sólo unos pocos conocen
bajo el nombre de "El Pozo de Villa Germán". Entonces, el hombre decide
investigar por su cuenta y descubrir qué hay de cierto en las fantásticas e
increíbles palabras pronunciadas por Villalobos. Pero, debido a problemas de
salud, el viaje se cancela. 2007. Maximiliano Cortez, un joven de treinta
años, al tomar conocimiento de la historia del "Hombre de la Ruta", decide
terminar con la investigación iniciada por su abuelo, veintitrés años antes.
Después de mantener una esperada entrevista con un ya mayor Manuel Villalobos,
su entusiasmo por esa asombrosa historia crece de manera incontenible, motivo
por el cual parte hacia esos pueblos casi desconocidos esperando hallar una
repuesta que permita develar qué causó la locura de este hombre. Está casi
convencido que gran parte de esa historia es el producto fantasioso de una mente
enferma, pero no puede asegurarlo, ya que su abuelo, en el poco tiempo que
estuvo en uno de esos pueblos, también asegura haber visto
algo. Pero lo que Maximiliano Cortez ignora, es el horror real que
vive entre las casas de madera podrida, allá en "El Pozo de Villa Germán". Se
sumergirá en un lugar donde el infierno encontró una brecha por la cual dejó
escapar parte de sus pavorosos habitantes, gracias a la ayuda de un
oscuro personaje. |
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