BESTIARIO FILOSÓFICO
Alma
Morus
nigra
Entidad polimórfica que florece en primavera y da frutos
antisísmicos avinagrados al paladar, de hermoso color púrpura (los frutos, no el
paladar). A pesar de su extrema mutabilidad, es de origen boreal, de tallos
rastreros y hojas alternas con pecíolos pequeños y palmeados de un verde
cardíaco. Durante la condensación de sus vapores, reduce su espesor, emitiendo
radiación gamma (perpendicularmente a la atmósfera). Aliméntase de falsas
esperanzas, cojinetes centrípetos y flujos pentasépalos, pubescentes en lo
posible. No está sujeta al error, a condición de que apele sólo a su potencia
intuitiva, muchacha vanidosa esta última, de cuyas emulsiones o zumos se extrae
un purgante fantástico.
Trátase de una hierba vivaz, dicharachera, pizpireta y sarnosa,
originaria de Oriente Medio -como tantas otras catástrofes famosas. Sustituye al
cuerpo en el transmundo, según creen los egipcios, y allí multiplica
infinitamente sus dividendos.
Algunos cerebros notables han querido negar su existencia,
alegando que el alma es un hálito invisible, inexplicable, inexpugnable,
inestable, inextricable, infatigable, inencontrable e inflamable. Insensatos,
herejes, merecen el desdén católico y el abrazo más caluroso que pueda
propinarles el Tártaro. No saben que el misterio es la sal de la vida,
etcétera.
La luz natural me
revela que, ¡por las barbas de Belcebú! He cometido una flagrante contradicción,
al describir con lujo de detalles una substancia invisible, inexplicable,
inexpugnable, etcétera, etcétera. Pero ya lo dijo Séneca: "Nulla
autem effigies, nulli comissa metallo Forma Dei; mentes habitare ac numina
gaudet. Maximum illud diluvium graeca nec Latina novit historia. Ex nihilo
nihil, in nihilum nil posse reverti."