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Sin embargo la escenificación progresista ha sido gloriosa, presentándose a sí mismos como la personificación del orden, de la capacidad de gobernar y tomar decisiones, como protectores paternales del pueblo y velando por sus representados a quienes protegen del rigor del capitalismo salvaje practicado durante la etapa anterior. Para entender lo anterior habría que rescatar a Horkheimer, uno de los principales exponente de la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt, cuando explicaba que el Estado autoritario es un fenómeno sociológico originado tras circunstancias históricas caracterizadas por la anarquía, el desorden y la crisis, presentándose como la vía para la superación de los problemas existentes. Laclau, ya en el presente siglo, nos diría que “la identificación con un significante vacío es la condición sine qua non de la emergencia de un pueblo”, ignorando que el significante vacío se rellenó de cualquier cosa durante el llamado ciclo progresista. Sería el brasileño Bruno Cava quien demolería la tesis laclauniana en la región, indicando que “en la situación que nos encontramos nosotros, el significante vacío se vacía aún más, no adopta la multitud, pero es fagocitado por aquellos poderes fuertes que no tienen nada que ver con el pueblo, la nación y todos los otros conceptos alegres del vocabulario político de la modernidad”. En este libro sus autores esbozan que el hecho de que la crisis en Brasil pone en riesgo incluso el proyecto integracionista diseñado para la región, lo que siendo verdad no profundiza en el hecho de que la pretendida construcción de condiciones para el desarrollo autónomo del capital periférico tiene escasa relación con la emancipación social y la libertad. Es, rememorando a Castoriadis, desde la democracia directa y radical donde toma forma fundamental el eje de lucha contra cualquier intento de racionalización capitalista y conformismo instaurado. Sería un europeo, el francés Jean Baudrillard, quien nos diría que la modernidad es una triste farsa donde las dirigencias de los pueblos sometidos, en lugar de diferenciarse de sus dominadores y proceder con su propia revancha liberadora, dedicaron sus esfuerzos a intentar parecérseles y hasta exagerar de forma grotesca su modelo, en sintonía con el aserto de Fanon, “piel negra y máscaras blancas…”. En el recorrido de las próximas páginas veremos como Jorge Lora y Waldo Lao ponen en cuestión la redistribución estatal de los mayores ingresos derivados del boom de los commodities sin que se halla tocado el patrimonio de la élites. Ciertamente es así, dado que el neodesarrollismo latinoamericano tiene más que ver con la CEPAL tecnocrática que con el pensamiento crítico o cualquier teoría emancipadora. En definitiva, el modelo implementado por el “progresismo” tiene más relación con las continuidades del neoliberalismo que con rupturas respecto a este. Es un hecho que en ningún país de la región se tocó la matriz de acumulación heredada del período neoliberal y que sus soflamas respecto al cambio de matriz productiva quedaron en eso…. ¡soflamas!.
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Consiga Brasil: fracaso del lulismo y emergencia de alternativas de Jorge Lora Cam y Waldo Lao Fuentes en esta página.
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