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Volviendo al pensamiento sartriano, parecería evidente que la misión de un intelectual es proporcionar a la sociedad una “conciencia inquieta” de sí misma, “una conciencia que la arranque de la inmediatez y despierte la reflexión”. Pero vayamos a más, y reflexionemos si esto de la intelectualidad no debería superar su estatus de oficio o profesión para conllevar una tarea colectiva al servicio de los sujetos comunales en lucha… Citando a Piotr Kropotkin, cabría decir que más allá de los egos inherentes a toda intelligentsia, “sólo los esfuerzos de miles de inteligencias trabajando sobre los problemas pueden cooperar al desarrollo de un nuevo sistema social y hallar las mejores soluciones para las miles de necesidades concretas”. Es por lo tanto el rol de la intelectualidad un quehacer subordinado a la lucha colectiva, algo que a muchos intelectuales hoy les cuesta aceptar. Por ahí discurre el transfondo de esta obra, la cual tiene como punto de partida un concepto hoy tristemente olvidado que sin embargo es básico: el pensamiento crítico no puede estar atado a los poderes existentes, sino que debe ser autónomo respecto a estos y sus expresiones partidistas que de una forma u otra conforman la vía institucional. Desde el esfuerzo intelectual desarrollado en esta obra, se niega la aceptación de las fórmulas fáciles hoy tan en boga, renunciando a su espacio de confort para buscar la confrontación frente a los poderes existentes. Esto no es factible, y los autores así lo entienden, sin desafiar ortodoxias ideológicas y lógicas conformistas con los distintos modelos de dominación a los que estamos sometidos. Citando a Agamben, “el totalitarismo moderno puede ser definido (…) como la instauración, a través del estado de excepción, de una guerra civil legal, que permite la eliminación física no sólo de los adversarios políticos sino de categorías enteras de ciudadanos que por cualquier razón resultan no integrables en el sistema político”. De lo anterior se desprende entonces, que sólo un modelo basado en las personas es capaz de no producir personas basadas en un modelo. El pensamiento crítico es por autonomasia un pensamiento radical y abierto, lo que supone profundizar sin concesiones en los mecanismos que mantienen la dominación. Eso, precisamente eso, es lo que hacen los autores durante el transcurrir de las páginas siguientes. Pero Lora y Lao entienden también, lo cual no es baladí en nuestra región y en este momento, que no existe el pensamiento crítico contemplativo, pues este nace del compromiso y es desde ese compromiso desde donde estamos obligados a situar nuestras colectivas reflexiones. Como diría Luís Cernuda, poeta español de la llamada Generación del 27 fallecido en su exilio mexicano, “maldigo la poesía que no toma partido hasta mancharse”. Es desde ahí desde donde no podemos olvidar que fue el accionar de los movimientos sociales –protagonismos anónimos y populares– los que posibilitaron este “ciclo progresista”, siendo posteriormente traicionados por las estructuras partidistas que rentabilizaron dicho acumulado y olvidados por esa intelectualidad hoy al servicio del poder, los cuales han pasado a convertirse en una rémora para la reconfiguración de futuros movimientos antisistémicos y emancipadores.
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Consiga Brasil: fracaso del lulismo y emergencia de alternativas de Jorge Lora Cam y Waldo Lao Fuentes en esta página.
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