Esta división se vuelve tan insalvable porque la mayor parte
del tiempo lo pasas en una multitud, reuniéndote con gente, relacionándote con
gente, raramente estás solo Naturalmente, la máscara se vuelve cada vez más y
más parte de ti, más aún que tu propia naturaleza.
Y la sociedad crea en todo el mundo un miedo, el miedo al
rechazo, el miedo a que alguien se ría de ti, el miedo a pender tu
respetabilidad, el miedo al qué dirán. Te tienes que adaptar a toda clase de
gente ciega e inconsciente, no puedes ser tú mismo; ésta es nuestra tradición
básica en todo el mundo, hasta ahora a nadie se le permite ser él mismo.
En el momento en que el otro está ahí, te preocupas menos de
ti; lo que más te interesa es la opinión que tendrán de ti. Cuando estás solo en
tu baño, te vuelves casi un niño -haces a veces, caras raras frente al espejo.
Pero, si de pronto te das cuenta que, incluso un niño pequeño te está mirando
por el ojo de la cerradura, inmediatamente cambias; vuelves a ser el ordinario y
viejo ser que eras: serio, sobrio, como la gente espera que seas.
Y lo más sorprendente es que tú temes a esa gente y ellos te
temen a ti: todo el mundo tiene miedo de todos los demás. Nadie se permite
mostrar sus sentimientos, su realidad, su autenticidad y todo el mundo quisiera
hacerlo, porque seguir reprimiendo su rostro original es un acto suicida.
Tu responsabilidad es únicamente hacia tu propio ser. No vayas
en contra de él, porque ir en su contra es cometer un suicidio, es destruirte a
ti mismo. ¿Y cuál es la ganancia? Incluso si la gente te respeta y la gente cree
que eres un hombre muy sobrio, respetable y honorable, todo esto no va a nutrir
tu ser, no te va a dar una mayor percepción de la vida y su tremenda
belleza.
Estás solo en el mundo: solo has venido al mundo, solo estás
aquí y solo dejarás este mundo. Todas sus opiniones quedarán atrás; sólo te
llevarás contigo, tus sentimientos originales, tus experiencias auténticas,
incluso más allá de la muerte.