-Lola nunca olvidará. Su marido fue uno
de los jefes del maquis.
Al oír la palabra
maquis, muchos recuerdos se agolparon desordenadamente en mi mente. Desde niño había
sentido siempre una fascinación especial por aquella épica aventura. Me despedí de
Marcial y comencé a caminar en dirección al coche. Sin
saber por qué, me volví:
-Disculpa, Marcial.
¿Puedo visitarte otro día para continuar esta conversación? La historia de esa
mujer me interesa sobremanera. Es una curiosidad personal, te aseguro
que políticamente no lo utilizaré.
-Sí, hijo, no hay ningún problema ni secreto. Es
una historia muy conocida en este pueblo. Quizá de ella
puedas sacar alguna experiencia personal.
-Muchas
gracias. Te avisaré con antelación.
Miré al cielo como buscando una explicación por el incidente,
pero el cielo permaneció mudo.
Debían de ser cerca de las
doce de la noche cuando puse el coche en marcha,
aunque no me sentía fatigado.
Las palabras de Marcial y de
su vecina me habían puesto en un progresivo estado de agitación, habían
despejado mi mente. Por una parte, me encontraba pesaroso por haber reaccionado
de aquella manera tan simple y cortante. Debía haber sido más condescendiente
con la señora, manteniéndome en silencio, o quizá algo más incisivo dándole
oportunidad de liberar pensamientos o complejos. Dejé de pensar en ella, porque
de mi memoria comenzaron a brotar desordenadamente recuerdos dormidos durante
años relacionados con el maquis.