Inicialmente, nuestra lista comprendía 34 caudillos. La pretensión no era recoger el registro de todos, sino de aquellos más destacados. Debido a las dificultades para hallar los datos pertinentes, la lista original quedó reducida a 18 nombres: Francisco Ramírez (Entre Ríos), Estanislao López (Santa Fe), Gervasio José de Amigas (Banda Oriental), Juan Bautista Bustos (Córdoba), Juan Manuel de Rosas (Buenos Aires), Facundo Quiroga (La Rioja), Bernabé Aráoz (Tucumán), Juan Felipe Ibarra (Santiago del Estero), Pedro Ferré (Corrientes), Martín Güemes (Salta), Angel Vicente Peñaloza (La Rioja),. Justo José de Urquiza (Entre Ríos), Alejandro Heredia (Tucumán), Antonino Taboada (Santiago del Estero), Nazario Benavídez (San Juan), Juan Felipe Varela (Catamarca - La Rioja), Fructuoso Rivera (Banda Oriental) y Félix Aldao (Mendoza). Esta nómina es ampliamente representativa, tanto de las regiones como de las diferentes épocas, aunque se note la ausencia de Ricardo López Jordán.
El punto que quedaría por dilucidar sería el que se refiere al período elegido, 1810-1870. El ateo indicado en primer término puede ser considerado como el punto de partida de una disgregación progresiva del poder central, heredado de la colonia por el gobierno revolucionario. Ese proceso de disolución -que culmina en 1820- constituye, precisamente, la génesis de lo que en la historia argentina se llama el "caudillo". El año 1870 marca la expiración del proceso. Poco antes había desaparecido de la escena política nacional Felipe Varela, quien muere precisamente ese año. Con la formación del Estado Nacional moderno se liquidan las bases políticas del caudillismo, tal como lo entendemos en este trabajo.
Finalmente, una precisión expositiva: hasta el cuadro 10 inclusive, examinamos rápidamente los cuadros, discutiendo y aportando pruebas sólo en los casos de duda. Estos casos, que ofrecen incertidumbre, no se incluyen en aquellos cuadros. Pero para sostener la posibilidad de asignarles valores definidos aunque sea tentativamente, se los examina más detenidamente. En el comentario al cuadro 9, en cambio, que oficia de resumen, ofrecemos las pruebas que justifican los valores presentados en ése y en los cuadros anteriores. En toda oportunidad, y aunque se torne algo pesada la redacción, hemos optado por las repeticiones -donde se justificaran- y por las citas textuales, a fin de dar mayor fuerza o autoridad al testimonio de la fuente utilizada. Pero antes de ofrecer el resumen de los datos que hemos recogido según los criterios hasta aquí explicitados, haremos en el próximo capítulo una breve síntesis descriptiva de las situaciones en que cada provincia asume su autonomía.