Dados estos supuestos, podría caer en un error de reduccionismo
quien concibiese este relato como una puesta al día de la tradición liberal con
otro nombre. No es, sin embargo, del todo así. Formada en torno a las
declaraciones de derechos, al gobierno limitado y a la separación de poderes, la
tradición liberal, dueña en sí misma de una riquísima variedad de puntos de
vista, ocupa el centro de la tradición republicana en el siglo XIX junto a una
constelación de ideas entre las cuales sobresalen los antecedentes clásicos y
los nuevos hallazgos provenientes de las escuelas históricas (sean éstas
progresistas, conservadoras o eclécticas) y de la sociología en formación de
sansimonianos y positivistas. Según el cuadrante más amplio empleado en este
libro, y más allá de las preferencias individuales, la mirada del historiador
que ajusta su bagaje de conceptos con el auxilio de la teoría política, debe
permanecer alerta para captar ese paisaje multifacético donde las tentaciones
autoritarias chocan con la promesa de la democracia. En este sentido, la
tradición republicana que aquí se presenta es una muestra de la visión
pluralista proyectada sobre el pasado.
Con estos recaudos expuestos someramente, no del todo evidentes
en el prólogo a la primera edición, he modificado en este envío los errores
materiales que he podido detectar y los más gruesos de estilo, y he incorporado
al final del texto un índice de nombres (debido a Mónica Vila Echagüe) y una
bibliografía actualizada.
Buenos Aires, octubre de 1996.