Nota preliminar
En uno de los textos citados en este libro, al interrogarse
acerca de "cómo se forman las ideas", Sarmiento respondía, con una metáfora muy
típica de sus preferencias por los grandes escenarios acuáticos, que "en el
espíritu de los que estudian sucede como en las inundaciones de los ríos, que
las aguas al pasar depositan poco a poco las partículas sólidas que traen en
disolución y fertilizan el terreno." A la vuelta de una larga década (casi trece
años), y al paso del saludable impacto de la crítica y de una abundante
producción bibliográfica, argentina y extranjera, creo que la intención que
animó La tradición republicana... queda en buena medida resumida por esas brevísimas líneas en
las cuales, ya próximo a los cuarenta años, Sarmiento condensaba sus inquietudes
de voraz lector.
La historia de las ideas políticas, en efecto, es un horizonte
que se despliega ante nosotros y también un depósito que guarda las maneras en
que los actores de una época discurrieron acerca del poder y la obediencia. Cada
hoja impresa o manuscrita, de las muchas aquí seleccionadas, representa así un
fragmento circundado por un contorno que contiene sedimentos -palabras, signos y
conceptos- acumulados en sucesivos estratos. ¿Cómo llegan hasta nosotros las
voces de la política?, ¿qué historia arrastran consigo tantos conceptos que una
y otra vez se repiten en épocas diversas?, ¿cómo, a la postre, los cambios
visibles e imperceptibles reorientan el sentido de esos signos inscriptos en la
dimensión pública de la vida humana?
De la mano de estas hipótesis, las palabras tradición y
república servían de preámbulo para montar dos argumentos aparentemente
desligados. Al principio, el lector tenía delante suyo un horizonte histórico,
acaso ambicioso en demasía por su pretensión abarcadora, que desplegaba una
parte de la larga pesquisa del pensamiento político desde mediados del siglo
XVIII hasta los años finales del ochocientos; por otro, traspuesto este umbral,
el mismo lector se topaba con un diálogo entre Alberdi y Sarmiento que comenzaba
con las primeras especulaciones, nacidas al calor de la juventud, y concluía
inmerso en las últimas reflexiones de la vejez. En realidad, aparecía aquí el
esbozo de un método de trabajo según el cual los temas y autores registrados en
el horizonte de las ideas resultaban ser tributarios de aquellos que Alberdi y
Sarmiento habían buscado, asimilado y transformado (lo cual explica presencias y
ausencias notorias).