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-«El mejor amigo, un duro»
-dijo delante de nosotros no sé quién.-Me irritan -dije a Cristóbal en cuanto quedamos solos-, me irritan estos vanos aforismos de la falsa sabiduría escéptica, plebeya y superficial; creo que el mundo debe en gran parte sus tristezas morales a este grosero y limitado positivismo callejero que con un refrán mata un ideal...
«Sin embargo», dijeron a su modo los ojos de Cristóbal, y sus labios sonrieron y por fin rompieron a hablar:
-Un duro... no será gran amigo; pero acaso no hay otro mejor.