¿Qué es la personalidad?
 
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Antes de entrar en el problema de la personalidad, quiero referirme brevemente al estado un tanto tempestuoso de la ciencia psicológica actual. Tengo a veces la impresión de que los cuatro vientos del cielo intelectual se toparon en un centro de tormenta, en una competencia de dominio de resultados por el momento indecisos.

Según una división generalmente adoptada, hay cuatro vientos en el cielo intelectual, procedentes de las cuatro divisiones fundamentales del estudio y la investigación: las ciencias naturales, las ciencias biológicas, las ciencias sociales y las humanidades. Obsérvese que esos cuatro vientos intelectuales chocan e inician una carrera tempestuosa en el campo de la psicología, y sólo allí. Pienso que es natural que procedan de ese modo, porque la mente creadora puede ser convenientemente explorada únicamente con el auxilio de los inventos y los recursos de la mente.

Del campo de las ciencias naturales llegó el enorme impacto de la metodología científica. No creo que en la historia del pensamiento humano exista el caso de alguna otra ciencia que sea tan reñida como lo es la psicología por su hermana mayor, la física. Y creo que ninguna hermana menor debe tener un complejo de inferioridad tan agudo como el que tiene la psicología frente a su atildada y sociable hermana mayor. El deseo de repetir el buen éxito de la física indujo a la psicología a introducir en el tratamiento de la vida mental, en cantidades crecientes, instrumentos de precisión matemática. Pobre del psicólogo actual que no conozca los amplificadores y circuitos eléctricos. Las ciencias físicas dominan a la psicología principalmente en el estudio en toda la estructura de la ciencia psicológica.

Del campo de las ciencias biológicas llegaron tanto los métodos exigentes de investigación de alto nivel como los criterios de la evolución y la organización, sin los cuales la psicología seguiría conservando su carácter escolástico. Pero los vientos refrescantes de la biología no soplaron con amable moderación, sino con la fuerza de un ventarrón que en muchas zonas amenazó desalojar hasta los últimos vestigios de humanismo, dejando en la psicología una plaga de ratas. Es probable que en los laboratorios norteamericanos de psicología se usen ahora como sujetos más ratas que hombres, mujeres y niños juntos. Hay quien cree que lo que hace falta a la psicología es un buen flautista.

 
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