CAPÍTULO
1
Desesperación
«Estoy agobiao. No sé cómo salir de ésta», escribió Goyo en media cuartilla.
Arrugando el papel con todas sus fuerzas con la mano izquierda,
el chico buscó de reojo y con temor la mirada de Rafa y sus colegas. Suspiró
aliviado. Cotilleaban una revista de motor escondida bajo el pupitre. El
profesor de literatura, visiblemente cansado, dictaba un poema. Casi toda la
clase escribía medio dormida, prestando una leve atención a aquellos versos que
se amontonaban sobre el papel formando una mancha de tinta, que ningún alumno se
dignó a descifrar y mucho menos a saborear. Poco se podía esperar de un viernes
a las 13.30. Las perspectivas ante aquel fin de semana de mayo, entre risas y
juergas, atraían a los estudiantes más que la poesía
Pensando en que pronto sonaría la campana y que de nuevo
tendría que enfrentarse a la pandilla de Rafa, Goyo sintió cómo sus manos
comenzaron a sudar y aquel papel arrugado le estorbó. El chico lo tiró por la
ventana y continuó escribiendo al dictado del profesor. «Vaya paciencia tiene
con nosotros este hombre», pensó...