Quilito, que se publica en este volumen y cuenta entre las más animadas creaciones de Ocantos, posiblemente refleja con más verdad inmediata que ninguna otra suya, la sociedad porteña de su tiempo. La enfocó en vísperas de la revolución del 90, propósito ya iniciado en la narración que le precedió, León Zaldívar, editada en Madrid, así como Quilito, cuyo pie de imprenta lleva el año 1892, lo fue en París. En León Zaldivar ya se había propuesto asir nuestra realidad social, zamarreando sin piedad a hombres y costumbres, como lo hizo en otras novelas de la serie argentina, y con mayor felicidad y verdad, cumplió su propósito en Quilito. Cabe pensar que tanto en una como en otra, y en algunas de las que le siguieron, tuvo presentes a personas identificables en la realidad aun cuando faltaran los nombres propios, por más que el autor negara, pasados los años, tal intención, amparándose en Moliére. Quilito fue escrita el mismo año en que el periodista José María Miró evocaba en La Bolsa, publicada en "La Nación" en folletín, desde el mes de abril de 1891, bajo el seudónimo de Julián Martel, parecido ambiente y tipos de parecida ralea. En ambas novelas, la "Bolsa" es la entidad humana, desquiciadora de haciendas y familiar, destructora de vidas, que está en el centro de la acción novelesca. El mérito de Ocantos en Quilito fue, aparte de encararse con la convulsión que a tantos afiebraba en torno a la Bolsa y en su recinto, haber estudiado por dentro dos familias burguesas porteñas desgarradas de un mismo tronco, una de ellas venida a menos, la otra empinada sobre el fraude y la especulación.
Presentación por Roberto F. Giusto.
Ilustración en colores por Pablo Obelar.
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