Páginas de una cálida poesía agreste, en la que el paisaje irisa su policromía en la descripción magnifica del ambiente serrano, y los sentimientos de sus seres simples y emotivos ponen otra nota de color en el costumbrismo de un cuadro abocetado maravillosamente. Esta es la escena en la cual el lector verá mover los personajes de Mandinga en la Sierra. Los autores de esta obra han bosquejado con indudable acierto el carácter de cada uno de sus personajes, que tienen perfiles muy propios. Intervienen en la pieza una cantidad apreciable de tipos criollos, que movidos con una singular maestría escénica, marcan el cuadro sociológico de la vida, los temores, las supersticiones, y los sentimientos de una casa de pueblo. Todo en ella es normal y simple, sin embargo la llegada de un porteño quiebra esa armonía, y Lucrecia, su protagonista, se enamora de ese hombre, con quien huye. Pero los sentimientos son nobles, y cada personaje pone en la comedia lo mejor de su alma, por eso Mandinga en la Sierra es una pieza altamente moral que enseña y nos hace vibrar con emociones puras.
Ir al inicio
|