La creación de la Villa del Carmelo, es un hecho que no quedó documentado en historia o geografía alguna, pero estaba ahí, con su genealogía inevitablemente sudamericana, con la sombra espiritual de los carmelitas que pasaron por el pueblo y se fueron dejando solo su nombre.
También estaban ahí, como brotados de la tierra semisalvaje, Cristobal Carranza y Paulina Osorio.Y en una segunda generación, Egidio y Venecia, protagonistas de esta novela, viven las vicisitudes de su existencia manejados con la diestra mano de Ana María Guerra, en un clima que hubieran prohijado con todo gusto Gabriel García Marquez, Augusto Roa Bastos o Isabel Allende.
La gracia, la destreza, el ritmo, el lenguaje, conforman un todo armónico y en medio, los sueños de Venecia generan como una novela dentro de la novela.
Cómo dice Pirandello en la frase que encabeza esta novela, la realidad no nos es dada, sino que se la hace cada uno. Ana María Guerra contribuye a abrir la imaginación del lector para que se haga mejor su propia realidad.
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