La llamada generación del ochenta representa, en la evolución de la literatura argentina, una etapa de renovación y progreso total de transformación del país en aquella época. El nombre de Lucio Vicente López y el de su novela La gran aldea son, para esta generación, particularmente significativos: el del autor porque culmina, renovándola, una tradición familiar de la que participan su abuelo, autor de la letra del Himno Nacional, y su padre, historiador renombrado; y el del libro porque alude a un Buenos Aires ya sumergido en el pasado y que se levanta de estas páginas con toda la vivacidad y frescura de un cuadro de costumbres.
La gran aldea describe el estado social y moral de tres presidencias: Mitre, Sarmiento, Avellaneda. La transformación de Buenos Aires de tranquila aldea colonial en gran aldea tuvo lugar merced al cosmopolitismo y a la heterogeneidad humana. En Buenos Aires se congrega gente de distinta condición social e intereses enfrentados: el trabajador honesto, el político idealista, el intelectual crítico conviven con el aventurero mercantil, el cazador de fortunas, el profesional del negocio ilícito, el político oportunista, el rico arruinado, el resentido, el snob... El choque de ambiciones produjo el desencuentro de ideales, los compromisos nacionales quedaron marginados y cada uno se refugió en sí mismo, se incomunicó con los intereses de los demás y de la comunidad. La gente sólo conocía de los demás las posibilidades económicas. La gran aldea es una Babel de aspiraciones y codicias...
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