En el colegio militar Leoncio Prado, de Lima, en el que se entra por favor del estado, por vocación militar o por castigo impuesto por los padres, y donde conviven, pues, jóvenes procedentes de todos los niveles sociales, económicos, étnicos y geográficos del Perú, se desarrolla una acción violenta en toda su complejidad y sus contradicciones. El autor injerta en un virtuoso cosmopolitismo literario el vital impulso sudamericano, un potente primitivismo indiferente por completo a los convencionalismo sociales europeos. El cuadro en su conjunto es un alegato en contra de la brutalidad y la falsa virilidad que se pretende inculcar a los jóvenes para fabricar héroes, pero que, de hecho, resulta en la anulación en ellos de toda sensibilidad.
Ir al inicio
|