Las cartas que el autor dirige a su joven amigo Lucio constituyen una original búsqueda de diálogo intergeneracional, el diario de vida de un hombre maduro y la radiografía impiadosa de una época y un país desquiciados. Simbolo de ese estado de cosas es una expresión que se ha convertido en emblema de los jóvenes: "¡Aguante!", apelación a la resistencia que para muchos es mera supervivencia, aunque todos, sostiene el autor, aguantamos en un paisaje moral y social marcado por la chatura, la corrupción y la inequidad. El libro para revista a hechos recientes de la vida argentina -del atentado a la Amia a la explosión de Rio Tercero, del caso Carrasco a otros resonantes crímenes-, y crea una inquietante galería donde se entrecruzan punzantes retratos de personajes (Isaac Rojas, Norma Pla, Priebke, Schoklender, Scilingo, Griguol, Pancho Dotto, entre muchos otros) y el análisis de temas de la época: la vida urgana, la frivolidad, la memoria, el fútbol, el turf, el tránsito como microcosmos, la televisión. Libro de ética sin moralina, El país del aguante se detiene en lo cotidiano para trascenderlo con apasionada lucidez.
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